miércoles, 5 de febrero de 2020

           ¿QUIÉN FUE EL PINTOR CAPROTTI?


 

    Guido Caprotti , pintor italiano, viaja en tren hacia Madrid, pero una intensa nevada bloquea la línea ferroviaria, lo cual le obliga a parar su tren y permanecer tres largos días en la ciudad de Ávila. Sin embargo, aquello que le pudo parecer una inoportuna parada a su abultada agenda de joven pintor en pleno éxito profesional, será para él un encuentro con lo que el destino le tenía preparado. Durante las primeras horas no sabe de qué se trata. Sus ojos, iluminados por los contrastes claro-oscuros de la gran nevada que había caído en la ciudad, comienzan a vislumbrar nuevos horizontes. Está anocheciendo y la ciudad nevada, iluminada por la luna, comienza a revelarle poco a poco sus secretos. Pasea largas horas por sus calles milenarias, y pronto se encuentra con los más enigmáticos protagonistas de la noche abulense: los serenos.


 

    Ya no es sólo el paisaje de la ciudad aderezado por el brillo de la luna llena lo que le cautivará, no… Estos personajes nocturnos desde el primer momento le producirán respeto y admiración. La noche va haciendo de Caprotti una nueva persona. Cree haber descubierto algo excepcional, pero lo mejor de todo aún no ha aparecido en escena. Al día siguiente, al salir del hotel, un aire puro le refresca su rostro. Y si la noche le desveló las más profundas confidencias de la historia de la ciudad, fue la luminosidad del día lo que le ayudó a entender lo que ya estaba grabado a fuego en lo más íntimo de su corazón: el alma del pueblo castellano


      En su primera etapa de la pintura abulense son los paisajes lo que más le atraen, pero en poco tiempo, le dejará cautivado el pueblo abulense, y especialmente acabará fascinado por la fuerza sobrehumana de las mujeres.

    Caprotti se ha enamorado de Ávila, pero a finales del siglo XIX, según los viajeros extranjeros que la visitaban, se trata de una ciudad vacía, sucia, fea, semiderruida, poblada de seres pobres e indolentes. Entonces, ¿de qué se enamoró nuestro pintor?, ¿acaso de una ciudad muerta? Sin embargo, todo muerto tiene un alma imperecedera. Sin duda, de esta alma se enamoró Caprotti.



 

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